lunes, 5 de marzo de 2018

VERÓNICA

Iniciamos una sección discontinua llamada PRISMA, no necesariamente un a favor y en contra:
Por Milan Vargas:


“Una renovación del género de cine de posesión por la vía de la sencillez.”

El cine español está en forma. Hace algunos años, el cine de terror y fantástico ya apuntaba maneras.
Con Verónica, Paco Plaza propone renovar el cine de posesión, sin buscar una disrupción sino que opta por la via de la sencillez. Al igual que “El Exorcismo de Emlily Rose” (también sencillo y eficaz), el director se basa en un hecho real desarrolla un relato que puede ser interpretado de distintas maneras en clave psicológica o espiritualista.

A pesar de la juventud de los protagonistas la interpretación es muy buena igual que la del resto del reparto. Los diálogos son eficaces, y la manera de filmar perfectamente al servicio del propósito narrativo, con una dosis de claustrofobia en versión vallecana.

Los efectos son relativamente sobrios y efectivos sin abusos de efectos especiales. Los giros no son demasiado previsibles afortunadamente en un género que ha abusado de los mismos códigos.

La elección de dos canciones de héroes del silencio (maldito duende y hechizo) me ha parecido genial, ya que su manera de cantar siempre me pareció contener una amenaza latente que encaja con el propósito de la historia (puedes reírte querido lector pero si ves la película es probable que entiendas lo que quiero decir…o no en tal caso vuelve y apedréame).

El otro punto fuerte del guión es que los personajes o documentos que aportan explicaciones plantean tantas preguntas como las que aportan lo que da un regustillo lovecraftiano al asunto.


En conclusión en la humilde opinión de un servidor, Verónica confirma la fortaleza de la escuela española de cine de terror en la misma senda que los numerosos éxitos anteriores que han deleitado los amantes del género y los excursionistas ocasionales.



Por Sergio Sánchez:


Lo que más me gusta de "Verónica" se acaba convirtiendo a la vez en su pequeño, curioso y divertido defecto. Es una orgullosa y fiera perteneciente a la tradición del terror interior. Es decir, los fenómenos paranormales funcionan como proyección de un tormento interior, en este caso una adolescencia absolutamente disfuncional en múltiples sentidos (madre ausente, padre fallecido, rutina opresiva a cargo de la casa, simbólica y quizás demasiado subrayada ausencia de menstruación...). Con eso no quiero decir que los fenómenos no existan pero francamente no es un asunto de mi interés. A medida que el metraje se desarrolla la brecha entre la enajenación de Verónica y la adolescencia de sus amigas se hace cada vez mayor. 

Lo extraño y que acaba teniendo una culminación esperpéntica es que en medio de una progresión del misterio bastante bien controlada, y que no acaba con un tiovivo insoportable, se intercalen dos conversaciones que sobreexplican lo que les describo (con la monja y con la madre) y una tercera escena en pleno clímax de diálogo de Verónica consigo misma que es ya directamente un power point sobre la cosa ésta tan interesante del "terror interior". Sólo le falta exclamarse a si a si misma en pleno meollo "soy como la prota de The innocents, como la de Rosemary's baby, como la de Dark water, como la de Images...¡soy un personaje de Henry James!". Lo del policía es una bonita manera de coronarlo pero insisto en que no me interesa tanto. 

Muy maja y muy conseguida la película, Paco Plaza, pero nos quedó muy claro por qué terror apuesta y en que tradición se enmarca. No insista más.



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