sábado, 9 de julio de 2011

AQUELE QUERIDO MÊS DE AGOSTO

Creo que he tenido con esta película una sensación parecida a aquellos que odian la danza y confiesan haber disfrutado horrores con la película de Frederick Wiseman "La danse". El film de Miguel Gomes contiene todo aquello que más repelús me da de la cultura mediterránea, el caluroso y molesto verano, los pueblecitos pequeños y el presunto encanto de sus historias, las procesiones y sobre todo...¡las verbenas!. Sin embargo, y es algo que me pasa siempre con el cine más talentoso, consigue que aquello que detesto en la vida real me parezca arrebatador en pantalla.

La película de Miguel Gomes es la más rabiosamente original, vitalista, luminosa, musical y pluscuamperfecta de los últimos años. Comienza como un documental sobre el verano en los pueblos de la comarca de Argamil, con sus bandas musicales, se desliza hacia las dificultades de un equipo de rodaje liderado por el propio Gomes que no está filmando la historia de ficción que se le pide y da gracilmente el salto final hacia la historia de ficción, punteada por unas canciones que me parecerían de ser escuchadas en la plaza de mi pueblo el colmo de lo hortera, pero que en la peli me parecen contrapuntos afortunados a una modesta, ligera y hermosa historia de amor.

En España quizás fuera Jose Luis Guerín quien haya podido estado más cerca de filmar una pieza así, lejos todavía. Nos falta personal con ganas de indagar más y mejor en su entorno, en su cultura, con ganas de indagar en la vida y en el cine, en las posibilidades de las imágenes. Mi más absoluta envidia por el riesgo tomado y por los resultados conseguidos.





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